En el post anterior de este blog hablamos de cómo el aire acondicionado puede ser perfectamente compatible con la presencia de un bebé en la casa. Para ello se deben seguir una serie de medidas, como no aumentar demasiado la temperatura de la estancia o cuidar la humedad de la misma. No son las únicas, eso sí, si queremos que los más pequeños de la casa continúen disfrutando de una salud de hierro.
- El aire no debe alcanzar directamente al bebé. Ni al bebé ni a nadie, en general, ya que hacerlo puede contribuir a aumentar el riesgo de sufrir graves enfriamientos, tos, estornudos o graves faringitis y/o bronquitis.
- Evita los cambios bruscos de temperatura. Si vamos a salir con el bebé al exterior, lo recomendable es apagarlo un rato antes para que no haya grandes cambios bruscos al salir de la casa. Lo mismo se aplica en caso de que cambiemos al niño de habitación.
- Por la noche, nada de aire acondicionado. La temperatura del bebé desciende por la noche, por lo que lo ideal es tenerlo apagado para evitar problemas con su salud.
- Lleva siempre ropa de abrigo. A pesar de que parezca una tontería llevar prendas de abrigo para el bebé en pleno verano, las tiendas o los medios de transporte suelen tener temperaturas bajas. Ya sabes, se trata de evitar los cambios bruscos.
- Procura tener limpios los equipos. Cambiar frecuentemente los filtros y desinfectar los depósitos de agua recuperada contribuye a evitar problemas de mohos y ácaros en el ambiente, cuidando la salud del bebé.